Tic
Tac Toc
Érase que se era, que en
buena hora sea existió una vez un fantasma llamado Tic. Este era un
poco despistado, algo patoso, pero eso sí, súper gracioso. Tic
vivía con sus amigos Tac y Toc, en una casa deshabitada. Ellos
aprovechaban que en la casa no vivía nadie, para jugar a su gusto.
Hoy jugaban a pilla pilla, mañana, a ser grandes caballeros que
conquistaban varios reinos. Otros días al escondite, pero esos días
siempre acababan discutiendo, porque todos querían esconderse en el
mismo lugar; en un reloj de pie que a todos divertía cuando tocaba
las campanadas. Los 3 amigos se enfadaban y se iban cada uno a su
habitación. Allí en la soledad, cada uno de ellos pensaban en lo
había ocurrido y los tres a la vez volvían diciendo:
-¡Perdón,perdón! Y
Todos volvían a ser amigos otra vez.
Un día al atardecer, Tic
decidió dar un paseo por la inmensa casa y comprobó que en una
pared había un pequeño agujero y de el salía un diminuto y
brillante hilo de luz. Tic dijo sorprendido:
-¿De donde vendrá esta
luz?
Sin pensárselo 2 veces,
intentó atravesar la pared, no sin antes de conseguirlo darse 2
choquetazos. A la 3ª tomó un poco de velocidad y... Oh pasó.
Tic quedó alucinado, vio
que detrás de la pared había una hermosa y gran habitación en la
que una pequeña nave espacial no paraba de dar vueltas y vueltas ni
de encender y apagar millones de luces de colores. También estaban
unos pequeñísimos y diminutos hombrecitos saltarines, que no
dejaban de moverse al ritmo de una bonita y alegre música.
Tic se acercó a ellos,
al verlo se asustaron y se escondieron, la música paró, el silencio
fue total. Tic empezó a llamarles:
-Amigos, Amigos, no os
escondáis. Yo no os haré nada, solo quiero ser vuestro amigo.
Poco a poco empezaron a
verse sus pequeñas caritas asomar tras la nave espacial.
-¿Qué quieres, quien
eres, de donde vienes, nos harás daño...?...
No paraban de hacerle
miles y miles de preguntas.
-Parad, parad,- gritó
Tic. Soy un fantasma y me llamo Tic, quiero ser amigo vuestro.
-Vale, vale, nosotros
también queremos ser tus amigos. Venimos del planeta Eris y estamos
aquí de paso. ¿Esta es tu casa?
-No- dijo Tic. Pero aquí
vivo ya que la casa está deshabitada, queréis que os la enseñe.
-Sí, sí-. Antes no
queríamos pasearnos por ahí por miedo a que alguien nos viera.
Tic quiso pasar por la
pared otra vez, pero nuevamente se dio de narices con ella. Lo volvió
a intentar y otra vez chocó.¡ Que patoso era.!
-¡Para, para!, nosotros
te daremos una puerta que se abre donde tu quieras y así no tendrás
de chocar nunca más con la paredes. Tic se puso muy contento al
comprobar que la puerta era una verdadera maravilla y estaba deseando
de enseñársela a sus amigos Tac y Toc. Los pequeños amigos de Tic
conocieron también a Tac y a Toc. Y la amistad entre los fantasmas y
los hombres diminutos continuó a lo largo de los años... y se acabó
este cuento con sal y pimiento y rabanillo tuerto.
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