LA
GOMINOLA MÁGICA
En un futuro no muy
lejano cuentan que existirá un mundo mágico, donde la felicidad
para todos será total y donde niños, adultos...... vivirán muy
agustito. Me imagino mi vida en el, jugando con mis amigos, con todo
lo que deseemos. Los mayores sin preocupaciones. Los animales
pudiendo convivir todos en armonía y sobre todo me los imagino
hablando, cantando... como nosotros. Pienso que me gustaría tener
como vecino a un ogro al que le llamaría Anibal y con el que pasaría
unas divertidas aventuras como las que os voy a contar.
Era un día soleado de
otoño Anibal se levantó esa mañana un poco enfadado, sin ganas de
nada y con un color de cara algo raro en él. Normalmente era rosa,
pero hoy lo tenía gris. Anibal vino a casa para pedirme que le
acompañara a ir a ver a su tío, para que él le explicara el porqué
de ese color tan raro.
Nos pusimos en marcha y
ya por el camino sus patas empezaron a transformarse en las de un
burro.
-Arturo, ¿que me está
pasando?- dijo Anibal.
-Tranquilo Anibal, tu tío
nos ayudará-.
Llegamos a casa de Bily y
al verlo comenzó a reír, pero a él no le hizo nada de gracia y
enfadado le dijo Anibal:
-Quiero una solución, yo
no puedo estar así, todos se reirán,
-No te enfades esto se
arreglará rápidamente, solo tienes que comerte una gominola que
hacen en una confitería en Holanda- dijo Bily
-Si como, si eso fuese
tan fácil ¿como voy yo con este aspecto por ahí?- dijo Anibal
Poco a poco su cuerpo y
su voz se iban transformando en un burro.
-Yo iré, no te
preocupes, pero ¿como?- dije yo
-Te dejaré unas
zapatillas que tengo muy veloces y en muy poco tiempo estarás allí-
dijo Bily.
Dicho y hecho me dirigí
hacia donde me indicó y en menos de hora y media ya estaba allí.
Fui hacia la confitería y al abrir la puerta una anciana de aspecto
muy cariñoso, con en pelo completamente blanco como la mismísima
nieve y con una pequeñísima nariz sobre la que apoyaba sus redondas
gafas, me dijo con una voz muy dulce:
-¿Que quieres tú de mi
confitería?-
-Yo quiero esta gominola-
y le entregué el papel donde Bily me había anotado el nombre
-¿Qué te ocurre, no veo
nada raro en ti para que necesites esta gominola?-.
Entonces le expliqué lo
que ocurría y la amable anciana me la dio, pero me dijo que no me
entretuviera, porque la gominola solo funcionaría si él no se había
transformado completamente.
Rápido como una bala, me
salí de allí, pero antes me despedí de la cariñosa anciana.
Llegué y me encontré a mi amigo Anibal en un total abandono. Su tío
había salido, pero eso sí, según él, sin dejar de reír. Anibal
se sentía triste, solo y abandonado. pero le conté lo que me había
dicho la anciana y comprobamos que la transformación no había
acabado todavía, porque aún Anibal conservaba sus orejas de ogro.
Él se tomó la gominola y en ese momento empezó a recuperar su
aspecto natural.
-Nunca lo hubiese
conseguido,si no fuese por lo buen amigo que has resultado ser. En
premio mi tío me dijo que te quedases con las zapatillas. Los dos
regresamos muy contentos por lo ocurrido y …. así que esto pasó,
ya mi cuento se acabó.